martes, enero 30, 2007

Cantautores

¡Oh no, también nos abandonaron los cantautores!

sábado, enero 27, 2007

La pesadilla de Castuera

A veces nuestra historia se encuentra, insólitamente, enterrada bajo la planta de nuestros pies. Escondida en algún agujero oscuro, bajo tierra, en una fosa o bajo los sedimentos que el miedo y las mentiras arrojaron, uno encima de otros, sobre los huesos de antepasados desparecidos. Como los vestigios de antiguas culturas íberas o tartesias. Ese mismo miedo asusta aún hoy (aunque parezca descabellado) a los que siguen manteniendo vivos los recuerdos de aquella época bajo las arrugas de sus rostros, les impide abrir la boca para reivindicar una sepultura justa para los suyos, torturados o asesinados impunemente por el régimen franquista. A veces la verdad se encuentra en el fondo de una mina, como en Castuera (Badajoz), donde los falangistas construyeron un campo de concentración para republicanos que fue una verdadera pesadilla. Una mina, "La gamonita", esconde lo que aún nadie se ha DIGNADO a desenterrar. Eso mismo, dignidad, y una justa reconstrucción de aquella historia es lo que reclaman los protagonistas del documental “La pesadilla de Castuera” emitido en el programa “Línea 900” de La 2 hace unos meses.

Yo he conseguido verlo (pone los pelos de punta), me lo dejó un amigo que consiguió grabarlo. Deberían reponerlo una y mil veces para que todo el mundo tomara conciencia de la trascendencia que tienen los procesos de recuperación de la memoria histórica que se están iniciando, tímidamente, en nuestro país.
No he sido capaz de encontrar el documental en “Youtube”, por lo que no puedo ofrecer un vínculo desde mi blog. Os animo, sin embargo, a que lo busquéis con otras herramientas que ofrece la red.

jueves, enero 25, 2007

SSUBB: El último pringao.


"Hoy me crucé con el presidente Bush y le dije -oye tronco me preocupa tu actitud-..."
Presidente Bush, ¡nos preocupa su actitud!

miércoles, enero 24, 2007

El portafotos

Supuse que aquel no era el momento más oportuno. Me había olvidado algo importante sobre la mesita de noche. Los gemidos se oían a este lado de la puerta, pero decidí entrar sin pedir permiso: no iba a levantar ruidos. No pensaba, mucho menos, espiarlos. Lo hice. Giré el pomo, no habían cerrado por dentro. Realmente les debía dar lo mismo. Un pequeño punto de luz definía los ángulos y las bisectrices de sus cuerpos, retorcidos de placer, uno sobre otro. Me asusté. Aparté la vista. Apenas se apreciaba un pene y dos senos. Eran ellos, retozando, ajenos a mi presencia. Me oculté tras mi mano. Avancé hasta la mesita de noche. Los gemidos se hicieron más intensos, casi parecían de dolor. El aliento de alguien me rozó la cara. Dame más fuerte, dijeron los labios de ella bajo las sábanas. Cogí de la mesita lo que buscaba y me aparté deprisa, en dirección opuesta a sus embestidas. Debían estar sudando. Pisé algo húmedo y resbaloso. Iba descalzo. Imaginé un condón usado bajo mi pie y quise vomitar encima de ellos. También imaginé el suelo lleno de trampas, esparcidas como deposiciones: condones por todos lados. Comencé a caminar de puntillas. Intenté pisar el mínimo espacio posible de suelo. Estuve desorientado un momento. El vano de luz me indicó la dirección de la puerta. No pude esquivar algo, tropecé con la pata de algún mueble. En mi caída intuí la pared, estiré un brazo para evitarla. El interruptor de la luz se accionó fatídicamente. Acabé en el suelo, descubierto, bajo el chorro de luz del plafón, pero salvé mi objeto importante de un impacto certero. Soy yo, dije, no os preocupéis, ya me voy. Estaba de espaldas a la cama pero supe que me miraban con caras de pánico. Salí de la habitación. Nadie me habló, yo no tuve el valor de mirarlos. En la calle, caminé con el portafotos aún en la mano. Observé su antigua sonrisa de mujer inocente, retuve bien su forma en mi cabeza. La memoricé. La quise demasiado, le consentí muchas cosas. Pero se fueron su inocencia y su sonrisa para siempre, y ahora me voy yo, en busca de otras sonrisas que no se le parezcan.

lunes, enero 22, 2007

Las migajas

Recorría la longitud de la alambrada en dirección al horizonte. Con la palma de una mano iba acariciando las espigas del trigal y con la otra sujetaba el bocadillo de chorizo de todas las tardes. Iba mordisqueando, ajeno a cualquier drama, mientras avanzaba improvisando su ruta, custodiado por un cielo abierto e inmenso tan sólo poblado de chamarices que imitaban el canto de los otros pájaros ausentes, quizás escondidos tras las zarzas o en las copas de los eucaliptos. Después se hizo joven y se fue a estudiar a una capital. Fue ingeniero y anduvo envuelto en proyectos de gran envergadura. Vivió siempre en Madrid. A veces se desplazaba por Europa para dar conferencias que resultaban interesantes a estudiantes y a ingenieros muy parecidos a él: todos con gafas de monturas al aire y portátiles de última generación. No volvió al trigal, parece que definitivamente se borraron sus recuerdos, pero allí siguen los chamarices, sin noticias, y el resto de pájaros que picoteaban sus migajas.

viernes, enero 19, 2007

La poesía de Martín López-Vega

Poesía sin rimbombancias la de Martín López-Vega (Llanes, Asturias, 1975), reflexiones sobre el tiempo, sobre la muerte, sobre el amor, nostálgica. Poemas que hablan de lo que siempre, en realidad, habla la poesía: de la felicidad, de los fantasmas, de los viajes, pero con una ternura impropia para los tiempos que corren (también con una carga importante de crudeza subliminal), porque es una poesía de ahora, joven, pero magistralmente universal y atemporal. Escrita en Portugal, en Oviedo, en Los Ángeles, en Santa Cruz de Tenerife, en Mojácar y en otras tantas localizaciones, a veces con cierto carácter elegíaco y siempre cargada de nombres y de citas a otros autores.
Dos poemarios, los que acabo de releer: La emboscada (1999), y Mácula (2002), ambos publicados por DVD ediciones.

La responsabilidad del artista

"La comercialización de la estética, su reducción a lo kitsch, es una de las características definitorias de las culturas capitalistas. Se han usado citas de Shakespeare y Kant para vender detergentes en polvo. Se empleó un tema de Haydn para poner ritmo al lanzamiento de una nueva línea de calcetines. (...) Georg Lukács afirmó que el pensador y el artista serán responsables hasta el final de los tiempos no sólo del uso sino también de los abusos que de sus composiciones se hiciera".

Extraído de "Gramáticas de la creación" de George Steiner.

Un libro

Abrías un libro y te sumergiste
en la bravura de un océano translúcido...