lunes, febrero 05, 2007

Medidas preventivas

Le hizo astillas la pierna; la destrozó con una llave maestra, limpia, ensayada, o eso es lo que parecía por la tele. Pero no a él, ni a su hijo, ojalá. Mientras conducía hacia el hospital, rezaba para que todo se convirtiera en el resultado de un juego macabro. Hulk Hogan no hubiera provocado una hemorragia así: el pressing catch americano era un deporte de pirados, tan sólo. No encontraron ningún hueso roto en su pierna, sí un agujero de bala en el costazo izquierdo, del que manaba la tinta roja de un escolar de catorce años, su hijo. Cuando lo tuvo enfrente, pálido, desangrado, meditó sobre aquel acto de violencia, dijo: mi hijo, mi pobre hijo, qué te han hecho… Pensó en el que había sido su héroe adolescente: El enterrador (era un padre joven, apenas veintisiete inviernos); el héroe del wrestling americano, el que no se apiadaba nunca de sus enemigos, el que practicó acrobáticas piruetas sobre los torsos y las cabezas que resultaban letales en las mañanas clandestinas de televisor. No supo evaluar, aún con lágrimas en los ojos, qué ejemplo contenía más violencia. No pudieron hacer nada por salvarlo. Su cuerpo viajó de la fría cama del hospital, encharcada de carmín, a las fotografías y los titulares de la prensa: otro caso más de violencia escolar.
Le dijo a su abogado:
- Lo de mi hijo no ha sido un combate justo; no lo dejaron defenderse. Tomaron con él medidas preventivas.

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